Entre la ética y la religión hay una fuerte relación, ya que el propósito de la ética es ayudarnos a orientarnos en la vida, lo mismo que hemos observado en la religión.
Si estudiamos algunas de las distintas religiones, podemos ver que tienen grandes diferencias, que hay muchas doctrinas, en las cuales cada una tiene su propia motivación, su propio sentido. Entre ellas hay distinta forma de comportamiento, en casi todos los sentidos, a la hora de actuar, de rezar, de ayudar a los demás, incluso hemos visto que muchas de ellas no tienen un dios como referencia, si no que únicamente buscaban la plenitud de la vida, o el significado. Es aquí donde queríamos llegar, que todas tienen un propósito común, que es “orientarse en la vida”, saber a donde vamos, o a donde llegaremos, cual es el camino que debemos seguir.
La diferencia es que las religiones te indican cual es el camino que deberías seguir, mientras que la ética te indica que camino es correcto y cual no, y partiendo de esa base, eres tú mismo, el único que va a elegir lo que hacer, sin tener ningún tipo de influencia.
La cuestión que se nos plantea ahora es, ¿podemos ser morales sin ser religiosos?, ya que, en el caso de no ser religioso, no tienes el “patrón” que te indica cual es la elección que debes seguir.
Las actitudes morales de un creyente, suelen ser en buena medida consecuencia de su fe, en cambio las actitudes de una persona que no sea creyente, pueden sostenerse también, sobre la base de principios racionales.
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